domingo, 21 de octubre de 2012

TRASFORMANDONOS

Hace más de dos años que empezamos este blog. Lo hicimos como una forma de lograr que nuestras largas charlas sobre psicología, acompañadas de hamburguesas, patatas, cocacolas, sundaes de chocolate ... perdurasen en el tiempo. Creo que era uno de los mejores momentos de la semana. Poder compartir con vosotras reflexiones, dudas, teorías ... ampliar ideas, corregir otras. Me sentía viva y feliz, puede sonar cursi pero es que así era y además hoy es de esos días que recuerdas con añoranza y eso hace que las palabras suenen más cursis todavía. El caso es que hoy Miri, estas allí en Tarragona, adaptándote a una nueva vida y un nuevo trabajo, siempre acompañada de lluvias torrenciales, sintiendo la añoranza de tu vida y tu gente, pero contenta por ver el mar y tenerlo todo a mano, y tu, Vir, en Madrid luchando por encontrar tu lugar, intentando dar coherencia al caos, toreando las nauseas que nos recuerdan lo que NO queremos ser, ni vivir y yo en Murcia, convenciéndome de que el clima es genial, esforzándome por hacer las cosas como creo que deben hacerse y toreando la soledad como puedo y nose, os echo de menos, mucho.

Creo que si hoy estuviésemos juntas os diría lo siguiente:

Siempre he creído, que si quería ser una buena psicóloga o más bien una psicóloga con moral,  tenía que estudiar mucho. Dominar dos corrientes, al menos, y conocer otras tantas. Leer mucho y saber aplicar la teoría a la práctica. Ahora, resulta que leo y leo y leo y solo pienso "no me sirve" "no me sirve" "no me sirve". La realidad que veo cada día en la prisión no la se afrontar con lo que he leído o estudiado, pero lo más curioso de todo es que a la vez siento que se afrontarla sin echar mano de nada de lo que se. Es extraño. Por un lado siento que el sufrimiento que viven los internos no se puede apaciguar con nada que yo pueda decirles y eso me hace sentir mucha mucha impotencia. Pienso ¿pero para qué sirve un psicólogo? ¿pero que hago yo ahí? cada cosa que digo suena tan ridícula, poco apropiada. Pero a la vez siento que realmente no necesitan que diga nada, ni que suelte la frase de turno que aprendí en tal libro o tal curso. Solo necesitan saber que hay alguien que les escucha. Es como si al oírles les trasmitieses "existes" "mereces" "eres importante" y sólo eso importa y lo demás sólo me sirvió para el expediente. Por un lado me asusta, por otro me calma y sobre todo me sorprende.

Quería compartir con vosotras algo que escribió un interno el otro día q para mí, en el momento que estoy, fue muy importante:

"yo creo que a una persona que ha tenido tantos problemas en la vida, ya es absurdo castigarlo, creo que será hora de ayudarlo, ya que si el castigo no funciona será por algo, no digo que todos seamos iguales, sólo digo que hay personas que sólo han conocido el lado oscuro y habría que enseñarles que hay un mundo de luz, pero no con asambleas ni normas dictativas, sino buscando el problema de cada individuo e intentar implicarse personalmente en la vida y problemas que les ha llevado a ser como son, porque yo no elegí ser así (...)" 

Parece tan evidente ... tan sencillo ... pero no lo es, cada vez me doy más cuenta

He pensado que ahora que estamos separadas, mas que nunca podríamos revivir el blog y usarlo no como forma de que perduren los encuentros, sino como forma de encuentro entre las 3 y quien quiera sumarse

os quiero mucho y os echo de menos